19 mar 2012

Pistas sobre cómo aprende el cerebro

Pistas sobre cómo aprende el cerebro
Encuentro de neurocientíficos y educadores.

La Nación

Por Nora Bar

EL CALAFATE.- El "efecto Mozart", una curiosa teoría que planteaba que escuchar la sonata en Re mayor K. 448 del compositor austríaco podía hacernos más inteligentes, no aumenta el rendimiento cognitivo.Los primeros tres años de vida no son la única ventana temporal de oportunidad para el desarrollo del cerebro. Y el momento de mayor densidad sináptica (de conexiones entre neuronas) no coincide con el de mayor velocidad de aprendizaje.

Estas viejas creencias no son más que mitos que no pudieron probarse. Pero, en cambio, ahora se sabe que no conviene pasarse la noche en vela antes de un examen, que para fijar un conocimiento es más efectivo dejar lapsos de descanso entre las repeticiones y que en la secundaria convendría atrasar el horario de ingreso a clase para sintonizarlo con los ritmos biológicos de los adolescentes. Estos y otros descubrimientos están siendo discutidos en la segunda Escuela Latinoamericana de Neuroeducación, que se realiza en esta ciudad.

Desde el lunes pasado, y hasta el jueves, treinta de los nombres más destacados de la especialidad están presentando sus investigaciones y discutiéndolas con 50 jóvenes investigadores seleccionados entre 600 aspirantes de todo el mundo durante intensísimas jornadas que comienzan en el desayuno y finalizan después de la cena.

"Todos tenemos ideas intuitivas de cómo debería ser la educación -dice Mariano Sigman, director del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA-. Lo que proponemos es intentar el ejercicio de ir más allá de las intuiciones, para basarnos en razonamientos esbozados a partir de conocimientos empíricos y de métodos racionalmente diseñados."

Para entenderlo, Sigman propone un ejemplo muy actual: el uso de la computadora en la escuela.

"La inserción de la computadora en el ámbito escolar es un tema urgente, porque está sucediendo -dice- y no tenemos mucha idea de qué hacer con ella. Por un lado, modifica el flujo del conocimiento, pasando del profesor que «vuelca» el conocimiento en el alumno, al estudiante que descubre y explora el mundo. En un caso, uno adquiere conocimientos, y en el otro, descubre procedimientos, lo cual es bueno. Pero hay otros usos que pueden ser peligrosos, como cuando se terceriza en las máquinas la capacidad de cómputo que nos ofrece la matemática, que nos cuesta mucho adquirir."

Por lo pronto, los hallazgos de las neurociencias están poniendo en tela de juicio muchas nociones aceptadas en el sistema escolar. Por ejemplo, que hay que organizar los cursos de acuerdo con la edad o que hay que aprender a leer a los seis años. "Todavía nadie demostró que sea mejor hacerlo a esa edad que a los cuatro o a los siete años", dice Stanislas Dehaene, profesor del College de France y reconocido como uno de los mayores expertos en cómo la mente procesa la lectura y la matemática.

La lectura en el cerebro

Según Dehaene, el cerebro posee una región especializada para reconocer la letra escrita que se "recicla" al aprender a leer.

"Se detecta en individuos de todas las culturas, en los que hablan inglés, francés, italiano o chino, siempre en la misma ubicación -afirma-. Está selectivamente involucrada en la lectura. De hecho, las personas que sufren un daño en esa región pierden la posibilidad de leer, pero no la de ver."

Las neuronas de esa región responden no sólo a caras u objetos, sino también a formas simples, como las que constituyen un alfabeto. Según sus investigaciones, al aprender a leer, los circuitos dedicados al reconocimiento de palabras avanzan en el área fronteriza por sobre los dedicados al reconocimiento de caras. Curiosamente, por eso, a medida que aprendemos a leer nos vamos haciendo un poco menos efectivos en el reconocimiento de caras.

"La competencia entre caras y palabras ocurre en la frontera [entre ambas regiones] -dice Dehaene-: a medida que hay más espacio ganado por las palabras, las caras ocupan menos lugar."

El aprendizaje de la lectura también induce cambios en el procesamiento del lenguaje hablado, que se hace más rápido y eficiente. Y hasta podría mejorar la mielinización (recubrimiento con una membrana) de las fibras nerviosas.

Aprender a razonar

Uno de los componentes básicos del aprendizaje es el razonamiento. Se sabe que esa capacidad aumenta entre los seis y los 18 años, pero ahora también se están cartografiando los cambios estructurales del cerebro que permiten predecir quiénes van a mejorar y quiénes no.

"El razonamiento es un andamio para la adquisición de conocimiento; ¿es posible reforzarlo con la práctica?", se pregunta Silvia Bunge, hija del físico y filósofo argentino Mario Bunge e investigadora del Instituto Hills de Neurociencia, en la Universidad de California en Berkeley. Sus estudios, aunque todavía preliminares, parecen indicar que sí. "Vimos mejoras en tests de matemática y en memoria de trabajo, entre otros aspectos vinculados con el aprendizaje, luego de algunas semanas de entrenamiento cognitivo -afirma-. Personalmente, creo que la neurociencia podría ayudarnos a reconocer cambios sinápticos incluso antes de que se registren en el plano del comportamiento, ofrecer pistas para el desarrollo de intervenciones educativas o explicar por qué unas son mejores que las otras."

Entrenar la atención

Otra esfera de interés es la de la atención, condimento principalísimo del aprendizaje que exige no sólo concentrarse en un tema, sino también bloquear los demás estímulos que llegan al cerebro.

Según explica Courtney Stevens, psicóloga de la Universidad Willamette, en Oregon, Estados Unidos, en estudios realizados con Helen Neville detectaron que existirían chicos que tienen dificultad en suprimir los estímulos no relevantes. La buena noticia es que un entrenamiento de 100 minutos diarios a lo largo de seis semanas con un programa computarizado les permitió mejorar.

Pero si bien se están registrando cada vez más avances en el conocimiento de los engranajes del cerebro, los científicos advierten que es importante tomarlos con cautela y no hacer caso a las recetas simplificadas ni a las soluciones mágicas para mejorar la educación de un día para el otro.

"No siempre lo que es intelectual o científicamente interesante resulta relevante para la práctica educativa -dice John Bruer, filósofo, profesor de la Universidad de Washington y presidente de la Fundación James McDonnell, que hizo posible esta reunión internacional tanto como su primera versión, que fue el año último en Atacama, Chile-. La mayoría de nuestras investigaciones aparecen en revistas que muchos ni siquiera oyeron nombrar. Pero tenemos que hacer un esfuerzo para atravesar el abismo que separa a la ciencia de la escuela."

DIXIT

MARIANO SIGMAN Dirige el laboratorio de neurociencia integrativa de la UBA
"Queremos que el armado de la educación surja de un análisis empírico, cuantitativo, lógico, observable, de cómo funciona el pensamiento. Intentamos ser útiles en un sentido crítico, no dogmático"

JOHN BRUER Director de la Fundación James McDonnell
"Tenemos que hacer un esfuerzo para atravesar el abismo que separa a la ciencia de la escuela, evitar que se difundan mitos o recetas simplistas".

SIDARTA RIBEIRO
Director del Instituto del Cerebro de la Universidad de Río Grande, Brasil
"Cuando uno duerme, no ingresa nueva información al cerebro, y así, libre de toda estimulación sensorial, las informaciones que recibimos durante el día se consolidan".


Un nuevo libro aborda las relaciones entre neurociencias y educación

"La Pizarra de Babel", editorial Libros del Zorzal, 2012

¿Por qué es tan fácil para cualquier niño descubrir de manera implícita las reglas ocultas del lenguaje y tan difícil memorizar listas o multiplicar números de muchos dígitos? Para explorar el desarrollo de la educación con una mirada complementaria y desde la usina del pensamiento, reunimos en cada capítulo a los referentes más destacados de la neurociencia y de la ciencia cognitiva. Exploramos así un espacio de encuentro inevitable entre la cognición y la educación, en el que es preciso desgranar las operaciones que nos permiten hacer aquello que hacemos: las palabras, las frases, las preposiciones, la sintaxis del pensamiento. Enfrentar con valentía el desafío de entender el mundo del pensamiento es una de las tareas más ciclópeas que nos queda a los seres humanos. No es fácil generar experimentos que ayuden a describir dónde se depositan las ideas, cómo se transfieren, cómo se conectan, como se desarrollan, como mutan, como interactúan. Este libro, sin ninguna duda, es un excelente aporte en esa dirección. Adrián Paenza

5 mar 2012

El alma está en la red del cerebro

Título: “El alma está en la red del cerebro” – emisión 110 (13/11/2011) – temporada 16

Entrevista de Eduard Punset a Joaquim Fuster, profesor de Psiquiatría, Universidad de California en Los Angeles. Palma de Mallorca, 24 de septiembre del 2011.


La solidez y durabilidad de un recuerdo están relacionadas con

las circunstancias emocionales en las que se lo ha adquirido.

Joaquim Fuster

Eduardo Punset:

Joaquín, vamos a ver, hay una cosa en materia de cerebro que me ha preocupado toda la vida. Y estoy seguro que nuestra audiencia estará encanada también de descubrir, por fin, qué es lo que nos pasa por dentro. A mí me cuentan, me contáis, los médicos y los físicos... que, efectivamente, se me van muriendo las neuronas, que las células se renuevan... Y, sin embargo, oye, la memoria de una cara, de una persona me queda forever, me queda para siempre. Puedo llegar a los 80 años y allí está. ¿Dónde está? ¿Dónde se pone? ¿Dónde guardo este recuerdo en células que han muerto o desaparecido?


Joaquim Fuster:

En primer lugar, el motivo por el que una memoria es tan firme, tan sólida y tan duradera, el motivo principal, son las circunstancias emocionales en que se adquirió la memoria, en general. Se forman firmemente con las emociones, con el clima emocional en que se adquieren las memorias. Además, en el curso de la vida se ejercitan estas memorias, repetidamente. Luego hay otro factor importante, que es el tipo de memoria que queda. Hay muchas clases de memoria. Está la memoria semántica, más bien abstracta, del conocimiento. Luego está la memoria episódica de los detalles, de la vida, del nombre, de la cara. Se van ejercitando en el curso de la vida y así subsisten. Claro, al mismo tiempo, se van debilitando algunas de estas conexiones y se pierden memorias y se pierden neuronas y se pierden sinapsis, pero se van creando nuevas. Entonces, el truco para adquirir nueva memoria es el ejercicio, el ejercicio del cerebro.


Eduardo Punset:

Claro yo a mis alumnos y, en general, a la gente, siempre le digo, oiga, además del ejercicio

físico... Porque les veo allí que hacen jogging...


Joaquim Fuster:

Claro... No... Es la gimnasia mental


Eduardo Punset:

Claro... No se olviden de la gimnasia mental


Joaquim Fuster:

Exactamente...


Eduardo Punset:

Oye, hablabas de distintos tipos de memorias. Y, no sé por qué, me acuerdo de una que me hizo gracia. Y es cuando me pongo la camisa, por ejemplo por la mañana, a lo mejor me pica algo de la camisa, pero al cuarto de hora me he olvidado.


Joaquim Fuster:

Te has olvidado, y es que la suprimes, y es que la inhibes. El cerebro tiene que inhibir las memorias que no vienen al caso…


Eduardo Punset:

Para poder dejar espacio...


Joaquim Fuster:

Exactamente, para dejar espacio y para dejar vitalidad a las que son importantes en aquel momento.


Eduardo Punset:

Leyendo tus cosas... Hay algo… Hoy eres… Bueno, no te lo voy a decir a ti, pero eres uno de los grandes neurólogos.


Joaquim Fuster:

Muy pequeñito.


Eduardo Punset:

De verdad, ¿eh? Has sido el primero en cantidad de cosas. Y en una cosa que fuiste el primero fue en constatar que realmente lo que tú llamas el conocimiento no estaba fijo, o inserto o localizado en una parte especial del cerebro. Era lo que llamabais, me parece, la concepción modular del cerebro. Y dices esto es el pasado… ¿Por qué lo sustituyes, eso?


Joaquim Fuster:

Por la red. La red es la clave. La red neuronal, sobre todo las redes de la corteza cerebral, son la base de todo el conocimiento y de toda la memoria. Se forman a lo largo de la vida con la experiencia por el establecimiento de conexiones entre neuronas. Entre neuronas que pueden estar agrupadas en grupos pequeños, sobre todo en las zonas primarias sensoriales y motoras que pueden llamarse módulos, si tú quieres. Es decir, los módulos están en la base. Es el ver, es el tocar, es el oír, es el moverse, pero la conciencia del conocimiento, y la conciencia de la memoria, está en la red. Que es la agrupación.


Eduard Punset:

Es relacional.


Joaquim Fuster:

Es relacional. El código de la memoria, el código del conocimiento es un código relacional, es un código de relaciones, lo más cercano que hay a ello desde el punto de vista psicológico es la psicología de la Gestalt, la psicología de la forma. Una cosa se ve, tiene sentido y significado por las relaciones entre sus partes. Pero el total, el significado de aquel objeto, lo definen las relaciones entre las partes, y no es reducible a las partes en sí. Es decir, que el todo es mucho más que la suma de las partes.


Eduardo Punset:

Y una neurona puede ser el centro de muchas cosas...


Joaquim Fuster:

¡Oh, claro! De muchas... Las redes neuronales del conocimiento, debido al hecho que se forman por asociación, todas ellas, y por vivencia, comparten células y grupos celulares. Es decir, un grupo celular puede ser parte de muchas redes, de muchísimas redes.


Eduardo Punset:

O sea, corrígeme… A ver si he entendido bien. Si yo me fijo en la estructura de la neurona para saber qué pasa con el conocimiento, no voy a ir muy lejos....


Joaquim Fuster:

No vas a ir muy lejos, no.


Eduardo Punset:

¿Por qué?


Joaquim Fuster:

Porque el código de la cognición es un código relacional a nivel de la red. Y es irreducible a las partes. Es decir, hacer lo que tú decías sería como pretender entender el significado de lo que dice la carta escrita estudiando la composición química de la tinta. ¿Comprendes? No la entenderás nunca porque el lenguaje escrito o hablado es un lenguaje relacional, es un código relacional: relaciones entre letras, entre palabras, entre significados semánticos. Es decir, no se puede reducir a sus partes mínimas...


Mis memorias son distintas de las tuyas porque las relaciones se han formado de modo distinto con elementos aleatorios que son distintos para mí y para ti, pero compartimos ciertas redes en común, que son las redes de la cultura, el ambiente en que hemos vivido, las leyes del léxico, del lenguaje. Eso queda y está por encima de todo porque es el resultado de la repetición de redes más chicas, más pequeñas, que están en la base de esas redes. Porque están organizadas de modo jerárquico, ¿entiendes? A nivel más bajo está la memoria sensorial, motora, primaria. Esta sí que se puede reducir a módulos, ¿entiendes?


Ciertas partes del cerebro... Pero cuando nos salimos de allá y subimos a las zonas asociativas de la corteza, la memoria se va haciendo más interconexa, más compleja, más amplia y más difusa. Esto también le da solidez, porque pueden perderse algunas de las vías de acceso a ella, pero otras quedan. Tú te fijas muy bien que, cuando te encuentras que no recuerdas el nombre de una persona, empiezas a tantear en tu mente las distintas circunstancias en que la has visto para poder enganchar con aquella asociación y aquello te lleva a ello. Desgraciadamente, de todos modos, a veces, cuanto más buscas, menos recuerdas. Esto es el factor emotivo, la inhibición que te hace...


Eduardo Punset:

Olvidar algo que no quisieras recordar...


Joaquim Fuster:

Exacto, es justamente lo que no...


Eduardo Punset:

Oye, tú has hablado en algún lugar, no sé dónde, de lo que es el conocimiento perceptual que supuestamente está en la parte posterior de la cabeza y lo distingues del...


Joaquim Fuster:

Ejecutivo...


Eduardo Punset:

Del cognitivo, complejo...


Joaquim Fuster:

Exacto...


Eduardo Punset:

Por el que guías realmente el quehacer de cada día... ¿Esto es así o...?


Joaquim Fuster:

En líneas generales es así. Hay relaciones entre los dos sectores muy íntimas, como es natural, porque los dos participan en el ciclo percepción-acción. Percibo y esto educa, informa, mi acción. Mi acción produce cambios en el medio ambiente. Y estos los percibo. Con lo cual se realimenta el sistema.


Eduardo Punset:

Oye... Dime, por ejemplo, tú percibes una persona amiga que, además, es muy bella y muy inteligente y esto lo percibes supuestamente con tu...


Joaquim Fuster:

Con mis redes neuronales, sobre todo de la corteza posterior... Y también con líneas de influjo de los centros emocionales del cerebro y de la estética. Estos colorean mi visión de aquella persona. Y, además, se relacionan con la memoria que tengo yo de aquella persona, o de otras parecidas, para informar cómo tengo que reaccionar en aquel momento a aquella persona. Entonces entran en función las redes anteriores de la corteza frontal...


Eduardo Punset:

Estas...


Joaquim Fuster:

Exactamente... E informan y modulan mi conducta, mi lenguaje.


Eduardo Punset:

Un psiquiatra como tú... ¿Intuíais que el cerebro era algo tan sofisticado, tan complicado con sus fases, sus relaciones, sus percepciones iniciales...?


Joaquim Fuster:

Yo sí lo intuía, con toda humildad te lo digo... Y por eso me fui a estudiarlo en otro lugar, porque no se podía estudiar en España...


Eduardo Punset:

¿Por qué estudiabas? Porque tú fuiste conocido primero porque descubriste la célula de la memoria...


Joaquim Fuster:

Las células de la memoria... Perdón, plural...


Eduardo Punset:

Esto... Las células en los primates... ¿Y por qué? ¿Por qué estudiabas las células, las neuronas, de los primates?


Joaquim Fuster:

¡Ah! Pero las estudiaba en un contexto... Las estudiaba en animales que hacían su conducta normal y corriente. De esta manera adquirí el conocimiento de que en ciertas partes de la corteza cerebral existían unas células que mantenían la información de un objeto sensorial, visual o auditivo, durante segundos o minutos hasta que el animal hacía su acción. En este caso, discriminar entre dos colores... Y para conseguir una recompensa, lo que fuera, ¿no?. Esta es la memoria que llamamos memoria de trabajo.


Eduardo Punset:

Working memory...


Joaquim Fuster:

Working memory... Y esta working memory no es un tipo especial de memoria, lo que es, es memoria a largo plazo que se usa ad hoc en aquel momento... pues tal día, diríamos, para ejercer una acción o resolver un problema para... Este "para” es importante, es para algo que se recuerda. Pero en el uso de esta memoria, uso yo la memoria a largo plazo que tengo ya allí preformada sólo con variaciones que son “aducentes” a lo que tengo que hacer en aquel momento, ¿no?


Eduardo Punset:

¿Qué hacemos con el cerebro?


Joaquim Fuster:

Nos ajustamos al medio ambiente. El cerebro es la interfase que hay entre nosotros y el medio ambiente. Cuando digo el medio ambiente no quiero decir sólo el ambiente externo, sino el ambiente interno, el milieu interno. Entonces, en el curso de la evolución, se ha desarrollado sobre todo la corteza muchísimo, muchísimo.


Y en el ser humano ha adquirido propiedades muy peculiares que le permiten dos cosas fundamentales, dos, dos: una es el lenguaje, es un medio de ajuste al medio ambiente, y la otra es la predicción.


Es decir, que todas las funciones que llamamos ejecutivas, todas tienen un futuro, todas: la memoria de trabajo, el planeamiento, la toma de decisiones, la conciencia creadora. Todas miran al futuro. Voy a hacer esto para esto, para esto, para esto... Tengo que hacer esto... Tengo que decidir...